II. Sueños
De
las anotaciones de Arien de Gaersûl
Me
acompañan 5 hombres de confianza, son buena gente, pero simples. No serían
capaces de comprender y menos de asimilar lo que me está ocurriendo. He
conseguido descifrar las runas de la “Taza
de Plata”, pues a falta de otra referencia histórica, la llamo así.
Ésta me
permite soñar. Y todas las noches desde hace muchas, les veo. A veces incluso
puedo sentir algo de lo que ellos sienten.
Les
he visto partir de la Ciudad del Lago,
y por campos nevados, dirigirse hacia las Colinas
de Hierro. También, como el peligro les acechaba en forma de Sombra. Recuerdo esa noche como si
hubiese estado allí. Los carros formando un círculo, la Sombra que se desplazaba de un cuerpo a otro, la Sed, Klimt
corriendo por la nieve y Goose a
caballo detrás como en una cacería. Veo salir a la criatura del cuerpo del Señor de los Perros y a este caer de
rodillas en el frío campo.
Con
el tiempo los sueños se hacen más largos y claros. A veces puedo “ver” incluso
lo que pensaron en ese momento. He visto como llegaban a un amplio valle con un
pequeño lago congelado en su centro. El reencuentro de mis padres me ha hecho
derramar lagrimas en más de una ocasión al recordarlo. Pero hay algo en ella
que no me gusta, algo que me da mala espina Jyganoth
es juzgado y condenado por un elfo en el campamento de Kerien, pero un hechicero llamado Sharak sale en su defensa. Ori
se reencuentra con muchos de sus congéneres y por primera vez le veo sonreír
(he llegado a pensar que eso no era posible). Parece que la relación entre los Draconegro va viento en popa, como solía
decir mi mentor Amthor. El trato
entre Bernhard y Hilk es más amistoso que filial, pero bueno, bien sabido es que Hilk solo tenía ojos para su hija pequeña,
la cual siempre me ha parecido bastante insulsa.
He
visto a Kerien y la carga que lleva
sobre la espalda. Aunque la lleva con orgullo, está cansado y no sabe si
llegará al final. Noto como recuerda a un amor perdido, una historia de
príncipes y princesas de hielo, es extraña la mente de este Dunedain. He contemplado
atónito una conversación entre el gran Kerien
y Danhir en donde parecían congeniar
a la perfección. Es extraño, él Excelso
Paladín de los Guardianes de la Dama
Blanca sin mencionar que fue un noble del reino perdido de Arnor, y ella una ladronzuela de
provincias. Aunque si no la conociese me extrañaría aún más. Aún así singo sin
entender porque Danhir continua en
esta empresa. Creo que ni ella misma lo sabe. ¿Qué destino la aguarda allá en
el norte?. Quien lo sabe.
Hay
una gran reunión en donde Kerien
arenga a las tropas. Klimt toma la
palabra para narrar los posibles peligros del viaje e informa la creación de
algo que entiendo como un Grupo de
Avanzada o algo parecido. Veo que se presentan para formar esta vanguardia Ori, Shelem,
Bernhard, Trya, Jyganoth, Dim, un enano
que no conozco y Skaldir, uno de los
hombres de Hilk. La partida es
inminente. Se marchan hacia el norte y hasta el último momento, no veo como mi
padre se despide (¡otra vez!) de mi madre. Parece ser que Goose les acompañará también.
Ahora
se presenta ante mí una visión del terreno por el que transitan. Este es
agreste, aunque en estaciones más benéficas debe poseer abundante de flora y
fauna. Lejos, al norte y oeste se pueden ver las últimas estribaciones de las
funestas Montañas Grises, que
esconden el Brezal. El llano por el
que avanzan está todo cubierto por las primeras nevadas de la temporada, o al
menos eso creo, solo conozco el terreno que pisan por los mapas.
Veo
como deliberan sobre cuestiones de importancia para el viaje, Klimt se encarga de explicar los posibles
peligros del camino que hasta el veterano Ori
memoriza con atención. Goose no deja
de revisar constantemente el equipo bélico de sus compañeros, siendo a veces
demasiado paternal para el gusto de alguno. En los primeros días de viaje les
veo bastante agotados por la dureza de las condiciones climáticas, pero
mantienen bien el ritmo.
Un
bosque se extiende ante ellos. Están acechando, se mueven muy despacio Danhir mantiene todos los sentidos
alerta, Skaldir y otros se mueven con
ellos. Más tarde un vaporoso lago se muestra entre la bruma. Una bestia
extrañísima se baña en él: un oso albino…
No
debí cenar esas setas preservadas. Creo que han alterado los sueños de esta
noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario