III. Laberintos, orcos y otras bestias
De las
anotaciones de Arien de Gaersûl
Decidimos
ascender en un primer momento para obtener algunos pertrechos extra en el “Nivel Dos”, en donde se encuentran “Las Armerías” pero encontramos que han
sido saqueadas. Aquí encontramos el cadáver de un hombre pertrechado con la
librea de Gondor, es el soldado que
custodiaba a Ori. Un hecho muy
desagradable y desalentador. Un poco más adelante encontramos “Los Baños” (con una caldera... es
posible que nos sea útil más adelante) y orcos, a los que reducimos con tanta
facilidad que la moral del grupo se pone por las nubes. Continuamos
avanzando...
Encontramos
mas oposición en el “Nivel Dos”, son
orcos y trolls y acabamos con ellos no sin cierta dificultad. No consigo dejar
de atemorizarme al ver a los trolls. Es algo que no he superado de momento, son
demasiado grandes y estúpidos y les tengo miedo, aunque pueda defenderme de
ellos con cierta facilidad.
Nada
de armamento extra en este piso. Ori
aconseja subir al “Nivel Tres” donde hace tiempo estaban sus propias estancias
en donde quizás halla todavía objetos que puedan ayudar a la empresa. Algún
acceso está destruido pero gracias al enano conseguimos ascender de nuevo.
Es
increíble la pericia de los enanos. En una de las grandes salas que atravesamos
observo atónito que se trataba de un jardín subterráneo. Pero está plagado de orcos.
Esta vez tampoco tenemos problemas, ya que, conseguimos acabar con ellos
urdiendo una treta ideada en parte por Muscaria
(esta se hace pasar por un tenebroso encapuchado e intenta sacar algo de información
a los orcos, pero sin demasiados resultados). En un alarde mágico durante este
proceso de engañó, Shelem hace
despertar un Poder de las
profundidades. Ori asevera que el dragón
ha despertado y nota su presencia.
El
miedo inevitablemente se nos mete en el cuerpo y empezamos a movernos más
deprisa. Pero lamentablemente los aposentos de Ori prácticamente han desaparecido, los orcos han hecho un trabajo
excepcional. No hay objetos, todo está saqueado. Hay que ir pensando en bajar y
una especie de elevador que recorre la práctica totalidad de los Niveles, parece
la única opción viable. Para acceder al elevador necesitamos ascender al “Nivel Cuatro” para examinar la “Sala de Poleas” y poner en marcha el
mecanismo. Pero este nivel está infestado de orcos y trolls además me toca la
desagradable tarea de explorarlo junto a mi hermano Shelem, en busca de una pieza que Ori ha detectado que falta en el gran mecanismo elevador. Menuda
sorpresa nos llevamos cuando vemos que la pieza tiene el tamaño de un troll en
estado de gestación, pero gracias a uno de los “cacharros” de mi madre consigo llevarla hasta la “Sala de Poleas” donde Ori la restaura al mecanismo.
Usamos
de manera algo precaria el elevador para descender, pero un numeroso grupo de orcos
nos pone en un aprieto. Me pongo en retaguardia para que el resto del grupo
pueda llegar hasta el ascensor, pero los orcos son demasiado numerosos y los nervios atenazan mi
ánimo. Voy a intentar asustarlos con una ilusión, no sé si seré capaz...
Mis
narraciones se han de volver forzosamente más cortas pues tenemos poco tiempo
para descansar, y ese tiempo aquí dentro, nos es más precioso que el Mithril.
Según
me han narrado he caído inconsciente durante horas. Shelem me ha contado los últimos acontecimientos. Por lo visto
conseguimos usar el elevador para descender a “La Profundidad Cuatro” librándonos del acoso de los orcos, pero
cuando la máquina recorría “La
Profundidad Uno” esta se descontroló y cayó al vacío, teniendo que saltar
en una arriesgada maniobra. Según me dice, se salvaron de puro milagro.
Bastante contusionados, continuaron.
Tras
el incidente del ascensor continuamos la exploración de la “Profundidad Uno” con el fin de encontrar
un acceso a las salas y túneles inferiores. Shelem
teme por nuestro hermano Ignithor,
gravemente herido a causa de la caída. Éste se siente por primera vez en su
vida extremadamente vulnerable. Al llegar a lo que Ori denomina “El Salón del
Trono” se desata el desastre. En el mismo trono activamos una trampa con el
sello del mismísimo Ragnarog, un
ingenio mágico que hace que mis compañeros empiecen a matarse entre ellos sin
atender a amistad o reconocimiento. Shelem
sufre una herida mortal causada por un desconocido Bernhard. Parece que no va a salir de esta.
Todo
termina aunque no sé muy bien como. Es aquí donde empiezo a recuperarme del
esfuerzo de la “Sala de Poleas” y lo
primero que veo es a Trya en “El templo” usando su poder para “traer de regreso” a mi hermano Shelem. Cuando esto sucede (para gran
alivio de todos) decidimos que es mejor dejarle en un lugar seguro. Muscaria se encarga de eso con uno de
sus sortilegios y le “envía” lejos de
este siniestro lugar... Continuamos y poco después encontramos la manera de
descender a la “Profundidad Dos”.
Intentamos recorrer este nivel lo más rápido
que nos es posible. En la zona de “Las
Bodegas” encontramos orcos y una desagradable visión: un cadáver con la
librea de la guardia personal de Goose
que servía de decoración a los orcos. Más allá de “Las Destilerías”, en lo que Ori
llama “Los Almacenes” más orcos. Éste
durante la lucha sale en persecución de un par de orcos junto con Jyganoth, y da caza a uno. El otro evita
al Hombre del Este que no puede hacer
nada en la completa oscuridad de los túneles.
Ori corre tras él y no le volvemos a ver en un tiempo, parece que desciende a la “Profundidad Tres”
completamente solo.
Cuando
termina la escaramuza, seguimos a Ori
hasta el nivel inferior donde encontramos una verdadera ciudad de orcos.
Observamos también que hay esclavos Aradan,
Urd y algunos enanos, vemos también
que hay más cadáveres de hombres de Gondor decorando la siguiente sala. De Ori no hay ni rastro. Aquí los
acontecimientos se precipitan, Muscaria
y yo preparamos un poderoso hechizo para intentar acabar con la mayor parte de
las criaturas que se reúnen en una sala de tránsito por la que debemos pasar,
si queremos descender hasta la “Profundidad
Cuatro”. Producimos una explosión de poder tan grande que incluso nuestros
acompañantes también caen heridos. Muscaria
esta ilesa, quizás un poco cansada, pero yo me siento exhausto, creo que esta
vez me he excedido. Apenas puedo andar y me tienen que ayudar a sortear los
cientos de cadáveres de orcos calcinados, hasta llegar al túnel que desciende
al nivel inferior. Ori ha aparecido,
se encontraba ayudando a los enanos cautivos a escapar.
El
acceso a “Las Fraguas” está
bloqueado, pero conseguimos avanzar gracias a uno de los ingenios de mi madre.
Descendemos. Los salones y corredores parecen más vacíos y solitarios que en el
resto de este reino bajo tierra. Hace calor, y algo late. Llegamos a unas
gigantescas cavernas. ¡¡Que maravilloso espectáculo, el suelo está recubierto
de oro!!. Vemos fraguas enormes encendidas, y más adelante una especialmente
grande y magnifica; La Gran Fragua.
Oímos una voz que inspira al horror y no avanzamos mucho mas. Enseguida una
gigantesca bola de fuego llega hasta donde nos encontramos y lo vemos. Es Ragnarog una bestia descomunal de color
negro-azulado y ojos verdes. Cada una de sus escamas tiene el tamaño de un
escudo de caballería y cada garra es tan larga como un mandoble. Me maravilla
el movimiento del dragón, a pesar de su enormidad se mueve tan deprisa que a
veces ya no está en el lugar donde le he lanzado un proyectil.
La
batalla es confusa y penosa. Nada más empezar Elostyr cae, Ragnarog le
secciona la cabeza, mas tarde es tío Vardil.
Casi faltándonos ya recursos y energías es Din
quien en un magnifico golpe a la garganta hace brotar la sangre negra de Ragnarog a borbotones. Poco después la
criatura yace inerte en el suelo de la caverna. Solo nos queda buscar a mi
padre, pero no lo vemos, él no está aquí...
Fin de la Segunda Parte. 25-02-2002
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