II. Dragón
De las anotaciones de Arien de Gaersûl
Pasan
las semanas... Han
llegado mis hermanos y sus amigos. Lo han estropeado todo. Ignithor me ha arrebatado el poder. El Senescal finalmente le ha
dado dominio sobre el Legado. De
cualquier manera él es uno de los primogénitos y no puedo hacer nada... además
no consigo que el Maestro me escuche,
solo me dice que mi labor ha concluido. ¡Cómo se atreve!, ¡ese viejo infecto!.
Un
clérigo de la Orden de Estë, llegado
de Minas Tirith y acaba por fin con
la dolencia de Shirka. Espero que no
tarde en marcharse, no me gusta.
Días
más tarde llega la sinrazón. En una pequeña ceremonia, Ignithor devuelve el control del Legado a Shirka que
compartirá con nuestro tutor Amthor
de manera bipartida. Es ahora cuando me percato que Ignithor tiene la espada de mi padre.
Mi
casa es invadida por los mercenarios que acompañan a mis hermanos. Esto me
parece inaudito, el castillo está lleno de ladrones y comediantes, pero a nadie
parece importarle mi opinión y menos a esa rata de Ignithor que se pasea como si fuese el Rey de Gondor por Baligobach.
En
cuanto a Shelem, intenta acercarse a mí, creo que quiere utilizarme con
algún fin. Hay algo que me sorprende de él, ahora es poderoso, sus capacidades
como hechicero han crecido, pero, ¿cómo?.
Parece
ser que todo este tiempo lo han pasado recorriendo el norte de la Tierra Media,
de aquí a allá, enfrentándose a todo tipo de criaturas. Hace unos meses se
encontraron con mi madre acompañada por muchos de los Guardianes de los que tanto nos ha hablado. He de explicar que estos
son una especie de secta religiosa,
que no han hecho más que causar problemas a mi familia. En fin, parece que
después de todo ella está bien.
Han
pasado 6 meses desde que mis hermanos regresaron. Estoy demasiado alterado para
entrar en detalles sobre lo acontecido en este tiempo, pero intentaré ser lo
más fiel posible.
Lo
he decidido, me marcho. Sé que no es lo más sensato pero sí Shelem ha conseguido Poder en sus
correrías, voy a intentar hacer yo lo mismo. Además me ha hablado de sus
proyectos y en ellos pretende enfrentarse con un dragón, ¡un maldito dragón!,
sólo pensar en ello me produce un estado de ansiedad tal, que podría hacer que
de mis palmas saliesen árboles de fuego. Lo he leído todo sobre ellos y sé de
las propiedades que conceden algunas de sus partes adecuadamente preparadas.
Pero además hay otra cosa, es posible que mi padre se encuentre prisionero o
muerto donde habite esta bestia.
Con
gran sorpresa de los feriantes que acompañan a mis hermanos me uno a su
comitiva. Hago por conocerlos algo mas ya que van a ser mis compañeros de viaje
durante varios meses.
Las
primeras jornadas transcurren de manera más bien amena. Atravesando tierras del
territorio de Gondory llegamos a su
capital, Minas Tirith. ¡Ah, qué
ciudad!. Por supuesto nuestro rango hace que no tengamos problemas para que el
mismísimo Senescal (buen amigo de mi
padre) nos haga una recepción digna de príncipes.
Es
aquí donde finalmente elegimos la ruta a seguir. Nos dirigiremos hacia una
ciudad llamada Esgaroth y vamos a
cruzar el Anduin y luego a atravesar
el bosque de Ithilien. Esta primera
parte no parece complicada. Pero más adelante, no sé...
11-01-2002
11-01-2002
No hay comentarios:
Publicar un comentario